9 de abril de 2009

Esposos ausentes en el G-20

Algunos apartes de un artículo del periodista y escritor Tomás Val*

¿Ustedes no se acuerdan de aquellos mayos antiguos? Hasta no hace mucho tiempo pensaba que la memoria me engañaba, que era una ilusión creada por la nostalgia, que nunca fueron las tardes tan doradas, ni las mañanas, tan brillantes. Y resulta que sí, que es cierto el recuerdo, que lo que sucede es que el mundo se va oscureciendo. Hay estudios científicos que demuestran incontrovertiblemente que cada vez es menor la cantidad de luz solar que llega a la Tierra. «Estos días azules, este sol de la infancia».

Íbamos los niños y las mujeres al rosario. Los domingos todo el mundo iba a misa, las mujeres delante, los hombres detrás, sin mezclarse, esposas y maridos bien separados. Como en Londres, igual que en Londres, que el mundo no cambia. ¿Cómo era aquel poema de Neruda: «Cansado de ver la tierra que no cambia»? Veo en la televisión a los cónyuges de los mandatarios de EE. UU., de Brasil, de Rusia, de Inglaterra -de España no, Sonsoles no ha ido- y no veo más que mujeres.
Y luego desvío la vista hacia la sala principal, donde se juntan los políticos, y observo que no todos son hombres, que está Angela Merkell, que está Cristina Fernández de Kirchner, la presidenta de Argentina. ¿Por qué no han ido sus cónyuges -había un director de periódico en una provincia de Castilla y León que siempre escribía 'cónyugue'- a la reunión? Y me imagino al esposo de la canciller alemana diciéndole a su esposa que no va, que qué va a hacer allí él, entre todas las mujeres. Y pienso en Néstor Kirchner, que hasta hace muy poco ocupaba el cargo que hoy desempeña su mujer, imaginándose al lado de la compañera del mandatario etíope, o australiano, comentando las dificultades de coordinar a tanto personal de servicio en el palacio presidencial.
Hasta es posible que temieran las mismas estúpidas bromas y sexistas comentarios que se hacían a quienes se mezclaban antiguamente entre el mujerío: o era un obseso sexual o era un maricón, que no había medias tintas antiguamente.
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El caso es que a los presidentes consortes les ha dado vergüenza reunirse con las 'puris' presidenciales y no fueron a Londres, lo que nos demuestra la consideración que se tiene a ciertos roles sociales y que sigue considerándose normal que la mujer viaje a rebufo del marido, como una especie de sombra cuya única justificación para estar ahí es el contrato matrimonial, pero que se considera inaceptable y humillante que el hombre desempeñe su papel de actor secundario. Me contaba un conocido de Nueva York que, en las pasadas elecciones presidenciales, Bill Clinton respiró aliviado cuando Hillary no consiguió la candidatura demócrata y, por lo tanto, no pudo optar al cargo que Clinton desempeñó desde 1993 hasta el 2001. No le apetecía ir a ver exposiciones mientras su mujer se reunía con primeros ministros.

*Nota completa: http://blogs.nortecastilla.es/tomasval/posts