24 de julio de 2006

La discriminación negativa niega el derecho a la igualdad

Continuamos con el tercer derecho sobre Salud reproductiva y sexual

Ángela Botero


Derecho a la igualdad y a estar libre de toda forma de discriminación incluyendo el ámbito de la vida sexual y reproductiva. Esto quiere decir que no podemos aceptar la discriminación que niega la igualdad de derechos en el al acceso a la libertad y a la salud sexual y reproductiva de todos los seres humanos, independientemente de la raza, del género, de la clase social, de la edad o de la procedencia.

Cuando hablamos de igualdad, nos estamos planteando una igualdad de derechos que reconozca la diferencia y la diversidad, sin pretender homogenizar para igualar a las personas, pues entonces cabría preguntarse ¿igual a quién?, siendo así, entonces cada quién busca a quien igualarse para ser tratado como ese alguien admirablemente bien tratado. No, la igualdad de la que hablamos es la relativa a los derechos de ciudadanía. Y, estos derechos, se ven fuertemente vulnerados cuando la misma sociedad permite que haya personas que abusen de ciertos privilegios o de determinados cargos desde los cuales se ejerce un poder discriminador que afecta negativamente a las personas que no son consideradas como sus iguales. Por eso es importante dejar definido que la diferencia es la base de la igualdad de derechos, pues, es la práctica la que tiene que ratificar los derechos humanos y constitucionales.

La invitación, es entonces, a reivindicar el derecho a ser diferentes sin ser discriminadas ni discriminados por ello. Pero la realidad es que la invocación de este derecho confirma que su vulneración es generalizada en el mundo entero. En todas partes del mundo se discrimina negativamente a las mujeres (sexismo, misoginia), a los y las homosexuales (homofobia); a las personas negras (racismo); a las personas extranjeras (xenofobia); lo que incide en el desconocimiento y posterior vulneración de los derechos humanos sexuales y reproductivos.

Algunos casos que ejemplifican situaciones arbitrarias en las que se vulneran los DSYSR:
Una niña de 14 años que se queda embarazada sin quererlo, puede decidir libremente seguir con el embarazo, pero no puede decidir libremente interrumpirlo, ya que dependerá de su tutor o tutora, por eso muchas corren el riesgo solas y acuden a métodos de alto riesgo para la salud y para la vida.

También se tiene derecho a adoptar, eso sí, bajo la condición de tener mucho dinero y paciencia para pagar por ello, mientras que la que mujer que ha parido no recibe ayudas y, muchas veces no tienen ni atención en el parto en condiciones y, mucho menos quien les ayude a resolver el problema de otra manera. Muchas mujeres dan a sus hijos en adopción porque no tienen con qué sostenerlos y tampoco tienen quien les apoye ni económica, ni moral, ni socialmente.

Por otra parte nos enfrentamos a las largas esperas para la atención ginecológica que es parte fundamental para la planificación familiar, con lo cual entre el tiempo de la cita y la receta del método anticonceptivo puede presentarse un embarazo no buscado.

Así que se es libre para seguir las normas, pero no para salirse de ellas, por ejemplo, puedes casarte heterosexualmente sin dar explicaciones a nadie; pero si el matrimonio es entre homosexuales se requerirán largas explicaciones y/o justificaciones, además de mucho recato para “parecer una pareja normal y corriente”, pero, y, ¿qué es una pareja normal?

10 de julio de 2006

Homosexuales: Endogamia y exclusión

La temperatura empezó a calentar esta ciudad y las neuronas se tornan perezosas; aparece la dificultad para escribir a cualquier hora del día, se entorpece el sentido crítico, no obstante intententaré reflexionar sobre la endogamia y la exclusión.
Trataré de expresar en voz alta una inquietud acerca de la endogamia que observo en los gays y lesbianas, y no porque sea de su exclusividad ni de todo el colectivo, sino, a propósito de la semana del orgullo gay, recientemente celebrada.
Tendré que irme por algunos senderos para llegar a donde quiero –si puedo-, así pues hemos de admitir que la revolución burguesa dio un espacio al individuo, que Sigmund Freud se ocupó de en su inconsciente y filósofos de hablar sobre la subjetividad.
Él es él y ella es ella cuando las condiciones así lo permiten y la persona trabaja en esa búsqueda de identidad. Hoy, un buen número de países que admite de hecho o de derecho la homosexualidad, sus gobiernos y grupos sociales trabajan para que sea un derecho.
Los Derechos Humanos, aunque “se violan en tantas partes/ en América Latina, domingo, lunes y martes”, son una bandera del día a día. Y según su esencia, todos y todas tenemos derechos inviolables y la sexualidad es uno de ellos.
En su lucha contra el individualismo, el socialismo real, los partidos comunistas se esmeraron en formar a sus ciudadanos o militantes en la vida colectiva –un aporte social-, pero se olvidaron del individuo.
Hoy podemos presumir de tener en el laboratorio ambas concepciones que centrifugadas pueden dar a luz una visión interesante para construir en otra dirección que no sé que será. Podríamos volver a retomar al brasileño Paulo Freire.
Tanta vuelta para decir que los gays y lesbianas luchan por sus derechos con el apoyo de varios sectores sociales, pero, buscando su lugar en el mundo, un número indeterminado, cae en el pecado de la endogamia, la misma que practican los y las periodistas, los políticos, las feministas…
Unos y otras buscan reafirmación en cada uno de sus espacios, construyen colectivos que les den sentido de pertenencia, pero, sería conveniente mirar hacia fuera para que siendo una excluida o un excluido, no construyan desde la exclusión.